miércoles, 4 de junio de 2008

Una visión del libro por Javier López Clemente

La relación con el mundo exterior a nuestro ser viene determinada por los sentidos. Un cóctel compuesto por imágenes, sonidos y otras sensaciones que son transportadas hasta nuestro cerebro para tejer un tapiz que llamamos “realidad” Un complejo sistema sustentado sobre impulsos eléctricos, efectos ópticos, movimientos mecánicos y reacciones químicas; toda una maraña abocada a sobrevivir evitando las averías de calado, los defectos de apreciación y las taras de fábrica. Cada uno de nosotros deberíamos tener en cuenta estas limitaciones para preguntarnos si las cosas son como nos parecen y, una vez instalados en la atalaya de la duda, elegir las diferentes maneras de ponderar nuestra mirada sobre el mundo, sus habitantes y la manera de relacionarnos con ambos. Fernando Sarría conoce a la perfección esas limitaciones humanas para la correcta percepción de la realidad y nos recomienda una solución: «Unos ojos cargados de ilusión»
La cita anterior resume una brevísima introducción que Fernando Sarría nos regala en la contraportada de su primer poemario titulado “El error de las hormigas” (Editorial Eclipsados), y que bien podría titularse «El error es nuestro», el error de asignar a nuestra mirada la capacidad exclusiva de definir todo lo que nos rodea.
El autor nos ofrece, para luchar contra esa percepción, una mirada cargada de ilusión (mis manos son un barco) y optimismo (todavía quedan regiones inexploradas de tu cuerpo) Pero también queda sitio para la reflexión, para certificar que el error de nuestras apreciaciones es inevitable (mis manos comenten el error de las hormigas / y buscan alrededor de tu cuerpo su supervivencia) Fernando Sarrría conoce la importancia que tiene la mirada para moldear una realidad que potencia la felicidad, una dicha que sólo es posible en el ámbito interno del yo, ni siquiera el amor será el asidero al que agarrarnos (Nunca me has de amar / como en este instante en que te sueño)
“El error de las hormigas” es un poemario que gira alrededor de cuatro conceptos. El primero de ellos es el deseo, un apetito que desplaza al amor como término para definir las relaciones (Porque quizás del amor / sólo vale el verso incontestable / de un cuerpo a cuerpo) Un deseo explicito que reclama el deleite del tacto (metiendo entre tus labios / las yemas de mis dedos), que prima lo físico ante la retórica de las florituras verbales (y en ese juego de tus labios con los míos, / apenas queda lugar a los recuerdos) El deseo es la solución, el oráculo dónde (la llama nos hacía / despejar todas las dudas)
El segundo concepto tiene como escenario la Naturaleza, el territorio preferido por el autor para deleitarse (entre el bosque de cedros y de hayas / que forma el deseo de tu cuerpo) Y si Ángel Guinda nos confesó (entro en tu cuerpo como en un museo), Fernando Sarría prefiere nominarse (como la piedra / que abona en el agua quieta, / así entré en tu cuerpo), recorrer (las carreteras del mar) hasta llegar al lugar donde (los sueños se hacen tangibles) y deleitarse (entre las uvas)
El tercer concepto tiene como protagonista (el poder inagotable de nuestro silencio) Un silencio complaciente (el silencio que el cuerpo necesita / tras una gran batalla), privilegiado status cuando te encuentras en la mejor compañía (en el silencio de la tarde, / tu piel) (ella me dice que no hay mayor ternura que mi silencio)
Al hablar del cuarto y último concepto que distingue este libro nos encontremos ante una contradicción, al menos teórica. Fernando Sarría hace un canto a la soledad, una expresión que nos aproxima al abandono, la tristeza y la incomunicación. Sin embargo, “El error de las hormigas” es un aleluya a la soledad como territorio dónde buscar, encontrar y disfrutar del deseo, porque la soledad siempre se nos presenta acotada por la persona amada, una soledad dual, de dos, una soledad en pareja que quizá por eso no lo sea tanto. (Pero puede también que yo no tenga nada más / que esta piel, este deseo, / esta sincera soledad que compartir contigo) (Te amo sin más paliativos que la soledad, / en su luz oscurecida cabemos los dos) (estas horas / en que tú y yo no existimos para nadie)

Deseo, Naturaleza, Silencio y Soledad son los cuatro elementos que forjan los poemas de este libro. En la página 47 del mismo encontramos reunidas tres de estas ideas ideas (Todas mis amantes se sacian en la soledad, / quizás por eso en su silencio / se esconden las sombra de su estirpe) La última palabra de “El error de las hormigas” esta reservada para la Naturaleza (En el viento, silencio y desierto)
_______
Fernando Sarría, acompañado por el escritor Manuel Vilas y el editor Nacho Escuín, presentaron “El error de las hormigas” en el Forum de la FNAC. El autor, después de los discursos y los agradecimientos de rigor, nos regaló una sesión de lectura. El primer poema fue un texto que no aparece en el libro y que al parecer fue la génesis de todo el proyecto. Fernando Sarría no pudo o no quiso explicar el motivo de esa ausencia. El editor, desde un lateral de la sala y sin micrófono que recogiera sus palabras, afirmó que sabía el motivo pero de ahí no paso. En cualquier caso ninguno de los dos explicó la ausencia del poema, unos versos que Luisa Miñana ha colgado en su bitácora y que yo he tomado prestados para hacer mi propia versión.





Gracias Javier

No hay comentarios: